Nací en la hermosa y mágica ciudad de Granada.

Desde muy joven quise apostar por un mundo mejor al estudiar magisterio y educación social, pero al poco tiempo de trabajar en la escuela, me di cuenta que allí no podría cumplir esta intención.

Fue al sumergirme en la«pedagogía activa» con Mauricio y Rebeca Wild  y co-crear un proyecto educativo con esta mirada, que empecé a acompañar los procesos de vida de los más pequeños.
Observar este funcionamiento vital, en sabiduría, orgánico y evolución, sigue siendo hoy por hoy inspiración para mí.

Tras pasar por una crisis de identidad que me llevó a soltar mi ciudad y mi realidad hasta entonces, aterricé en Barcelona en 2007.

Sola y al mismo tiempo ya de la mano del teatro y la poesía, así como de mi querido yoga, volví a renacer.
De gran ayuda para ello fue toda mi práctica yóguica y comenzar a dar clases, así como lo que recordé a través de lo cíclico, la receptividad y la suavidad de la feminidad consciente. Esta energía, junto con mi formación y experiencia de doula, favorecieron que pronto facilitara círculos de mujeres, grupos de “yoga & feminidad” y sesiones individuales para quienes querían retomar su femenino.

Con lo que los entendidos llaman el “retorno de Saturno”, la astrología apareció y, quiero creer, fue el empujón final para adentrarme en el más poderoso de todos mis viajes: el viaje a la cueva.

Un camino hacia mi parte oscura rechazada, fantasmas ancestrales y dolores que por fin asumí, acepté y me rendí. Me dejé ir hacia una muerte consciente desde la que transmuté.
Se convirtió éste en mi tránsito favorito: de la luz a la oscuridad, de la oscuridad a la luz.

Es por ello, por propia experiencia, que estoy especializada en este proceso vital que nos abre a soltar lo ya caducado, mudar de piel y ser Ave Fénix alumbrando en pulsión y propulsión.

Fue justo en ese periodo que conocí a una de las personas que más maestría me ha ofrecido: Luchy López.
Su danza “A Corazón abierto”me inspiró a comprometerme con el abandono radical de la queja, reconciliar mi masculino y femenino, así como a tomar la fuerza de mi herencia y confiar en el misterio.

Con todas estas enseñanzas un día, caminando bajo la lluvia de otoño lo escuché: “Dejo de luchar contra la Vida”.
Aquí empezó mi verdadera alianza: reconectarme con la Vida que soy. Un profundo proceso de aceptación y agradecimiento de lo que la realidad abre día a día.